2/04/2008

Panteón de Fiesta

- Pobrecito Procopio, tan joven.

- ¿Quién lo diría? ¡Tan sano que era!

- No somos nada.

- ¡Polvo somos, acuérdate!

- ¿Cómo que se murió? ¡Si me debía!...

Procopio se murió. Y ahora tiene que atravesar siete pruebas para llegar al Mictlan, el lugar de los muertos; pero tiene otro problema: no sabe que está muerto.

- ¿Qué es esto, dónde estoy? Si hace cinco minutos le ayudaba yo a mi hijo a hacer su tarea… ¿Perdón, señor, dónde estoy?


- ¿Cómo que dónde está? ¿Qué no ve?


- Yo estaba en la mesa de mi casa, no me había ido a ningún lado. Le digo que estaba en el escritorio con mi hijo, leyendo cómo los aztecas tenían diferentes cielos para la gente, según se iban muriendo. ¿Dónde estoy?

El Día de Muertos es una combinación de distintas tradiciones y culturas. Su origen azteca señala que los muertos que morían de muerte natural llegaban al Mictlan. Los deudos ponían un altar durante los siguientes siete años para ayudar a que el difunto pudiera atravesar las pruebas. En el altar se colocaba comida, velas, flores de cempasúchil y pulque, entre otras cosas. Posteriormente esta fiesta se combinó con la celebración católica de Los Fieles Difuntos del 2 de noviembre. Desde entonces y todos los años muchas familias mexicanas colocan un altar y honran la memoria de sus muertos, de aquellos que ya no regresarán.

- ¿Y usted, Señor, de qué se murió?


- Yo me caí de borracho contra un metate, se me partió todo el hueso este, mire nomás qué frentazo mortal.


- ¿Y usted?


- A mi me cayó un molcajete en la cabeza.


- ¡No puede ser! ¿Y se recuperó del golpe?


- ¡Uy, sí, cómo no!


- ¿Pues qué no sabe en dónde está?


- Un brindis por el despistado, que le traigan un caldo de hueso de camarón del desierto.

En su viaje, Procopio tendrá que ir descubriendo el inframundo, enfrentándose a seres y lugares peligrosos y fantásticos: la Terrible Lagartija, los Ocho Desiertos, las Montañas Chocadoras y otros más.

Procopio tendrá que entender su propia muerte y será en ese momento que sabrá valorar la importancia de la vida, ayudado y guiado por Xolo, un perro.

- ¿De quién es la fiesta?


- Su fiesta suya de usted, señor. ¡Todo el panteón está de fiesta por usted! No tema. Sujétese de mis orejas.


- ¿Y por qué haces esto, perro?


- Por puritito respeto a la vida de los muertos.


- ¿Y a la muerte de los vivos?


- Con su venia, señor, es lo mismo…

Facto Teatro presenta en Panteón de Fiesta, espectáculo de teatro en miniatura, una visión diferente del mito y de la tradición del Día de Muertos, donde Procopio, un hombre común, se enfrenta y vence a la muerte como los mexicanos lo hacemos, en medio de la fiesta, en un cementerio de colores, de música y júbilo.


Dramaturgia: Mercedes Gómez Benet.

Idea original: Alejandro Benítez y Mauricio Martínez.